Comentario sobre Aux acacias (Bois de Boulogne-Paris) (Entre las acacias, Bois de Boulogne, París)
Aunque Kees Van Dongen alcanzó la notoriedad enmarcado dentro del fauvismo a partir de su sensacional presentación en el Salón de Otoño de 1905, el artista ya se había ganado la vida como ilustrador, un legado visible en los contornos de
Aux acacias (Bois de Boulogne, Paris). Mientras vivía aún en su Holanda natal, se había destacado colaborando en el diario local con una serie de acuarelas que ilustraban la zona roja de Rotterdam. Esta presentación inicial del animado –y para el artista pintoresco– submundo de la ciudad anticipaba el enfoque urbano cargado de erotismo de muchos de sus trabajos posteriores. Después de su mudanza definitiva a París, en 1899, las ilustraciones aparecieron en varias publicaciones francesas, como
Le Rire,
L’Assiette au Beurre y
La Revue Blanche. Se estableció en el barrio de Montmartre, hogar de pintores empobrecidos, artistas de cabaret, vagabundos y parias de diversas calañas, un mundo marginal que continuamente abastecía de inspiración su universo pictórico (1). Pero aunque Van Dongen frecuentaba los callejones vulgares,
music halls y cafés que albergaban el submundo, en sus ansias por conquistar la metrópoli demostraba, a la vez, su gusto por el
beau monde parisino, posaba su mirada en las clases altas que poblaban los bulevares elegantes de la ciudad y disfrutaba, como en
Aux acacias, de los acicalados senderos de su parque más grande. Van Dongen fue notoriamente reacio a ocuparse de las fechas de sus trabajos, por lo que la cronología de su obra es difícil de reconstruir (2). Existen, sin embargo, semejanzas entre este óleo sin fechar y el bloque de ilustraciones que el artista produjo durante sus primeros cinco años en París. Desde 1904 en adelante, las experimentaciones de Van Dongen lo alejaron del naturalismo y lo llevaron hacia representaciones cada vez más estilizadas. Mientras que los bosquejos siguieron siendo importantes en el planteo inicial de la forma, los contornos comenzaron a ser pesadamente remarcados y el conjunto borrado por manchas de saturados colores y espesas pinceladas. Por el contrario, una línea elocuentemente trazada sigue siendo la clave en la descripción de las figuras en el paseo arbolado de
Aux acacias, y el uso del color es más sutil.
Privilegiando una paleta dominada por límpidos azules y grises, el trabajo concuerda con la descripción que Felix Fénéon hizo de las primeras telas del artista, tras su primera exhibición con el
marchand Ambroise Vollard en 1904: “En una atmósfera que aparentemente duda entre la luz y la sombra resultan tonos de gris traslúcidos y finos, embellecidos por frescos halos de luz, y la vida transcurre plácidamente” (3).
El impresionismo tuvo un temprano impacto en el artista y existen claras semejanzas entre el estilo y contenido de su obra y las telas que Édouard Manet, Edgar Degas y Auguste Renoir habían pintado en el frondoso entorno del Bois de Boulogne y el hipódromo de Longchamps. Los contornos prominentes y fluidos de la obra también recuerdan los ejemplos de Toulouse-Lautrec, colega y colaborador de
La Revue Blanche, cuyas sensuales representaciones de la
belle époque ejercieron una influencia permanente en Van Dongen. En
Aux acacias, Van Dongen describió, a través de una línea fluida, una escena en la que miembros del
beau monde parisino, elegantemente vestidos, se observan unos a otros (y son a su vez observados por el artista).
El placer de escrutar a los que lo rodeaban, reflejado en este cuadro, trascendió a sus propios experimentos estilísticos, como es evidente en sus desnudos altamente eróticos del período inmediatamente anterior al estallido de la Primera Guerra Mundial, como así también en los retratos de sociedad por los cuales fue muy conocido en los
années folles de la década del 20 (4). El entusiasmo con que describió tales aspectos de la vida contemporánea siguió siendo la característica principal de su obra, como él mismo confesó: “Se me reprocha por amar el mundo, por adorar el lujo y la elegancia, por ser un esnob disfrazado de bohemio –o un bohemio disfrazado de esnob–. Bueno… ¡sí! Yo amo apasionadamente la vida de mi época, tan animada, tan frenética” (5).
por Kate Kangaslahti
1— Anita Hopmans, The Van Dongen Nobody Knows: Early and Fauvist Drawings 1895-1912. Seattle, University of Washington Press, 1997, p. 29-35.
2— Tempranamente, en 1909, el crítico Pierre Goujon se quejaba porque “Van Dongen no hace el más mínimo esfuerzo para fechar sus obras o catalogar sus trabajos”, Gazette des Beaux-Arts, Paris, vol. 2, 1909, p. 374.
3— Félix Fénéon, “Van Dongen” en: Kees van Dongen. Paris, Galerie Vollard, 1904, [s.p.].
4— Germain Bazin, “Van Dongen” en: René Huyghe (ed.), Histoire de l’art contemporain: la peinture. Paris, F. Alcan, 1935, p. 127.
5— Citado por Michel Georges-Michel en: Peintres et sculpteurs que j’ai connus 1900- 1942. New York, Brentano’s, 1942, p. 140.